A fondo
por considerarlas menores e incluso nauseabundas, a partir
de este momento, las nuevas élites científicas deben superar
los moralismos arcaicos, con la finalidad de elaborar y administrar
discursos de validez sobre los comportamientos sexuales, insertándolos en sistemas útiles a la economía de los placeres.
La administración de la sexualidad sitúa las prácticas