Y más tarde todavía comprendí otra cosa más: mi madre contaba con
recursos muy limitados y se veía obligada a racionar sus contribuciones;
ello le producía desasosiego, así que optaba por cerrar los ojos a una realidad que le hería pero no podía mejorar.
Puro instinto de supervivencia: lo poco, mejor repartido entre pocos; y
prefiero no saber más porque me voy a poner enferma sin poder remediarlo.