Una persona puede comprometerse, implicarse y entregarse cuando ha
comprendido qué se espera de ella, ha aceptado íntimamente que va a
aceptarlo y por lo tanto decide qué va a aportar para conseguir el
objetivo que define el compromiso: conocimientos, tiempo, entrega, etc.
Dedice también qué valores le van a ayudar a conseguirlo: generosidad,
confianza en sí, humildad, perseverancia, etc.